jueves, 3 de septiembre de 2015
Vin Scully sobre la vida y las lecciones de su año de novato con los Dodgers en 1950.
David Halberstam. SI.com. 20-07-2015.
En 1950, un callado e inexperto Novato entró de puntillas a la caseta de transmisión de los Dodgers y nunca se fue. Vin Scully solo tenía 22 años y hacía uno se había graduado en Fordham cuando de pronto se halló al lado de veteranos como Connie Desmond y el legendario Red Barber transmitiendo los juegos de los Dodgers de Brooklyn por radio y televisión.
Sesenta y cinco años después, Scully y los Dodgers están en Los Angeles y ambos siguen juntos. A través de una carrera en la cual él ha narrado futbol americano, golf, tennis y por supuesto beisbol para una audiencia nacional y hasta hizo baloncesto colegial en sus días iniciales, él permanece como figura principal de los juegos de los Dodgers en televisión (SportsNetLA) y radio (KLAC).
Ahora Scully es sin discusión la estrella más grande de los Dodgers, pero en su temporada inicial, el prodigio sabía cual era su lugar. “Yo era tan joven o más joven que la mayoría de los jugadores”, dice Scully. “Así que mientras mantuviera la boca cerrada, todo saldría bien”.
Por recomendación de Barber, Scully reemplazó a Ernie Harwell en la caseta de Brooklyn para la temporada de 1950. Harwell encontraba a Barber fastidioso y exigente, y se hizo tan insoportable para él que después de la temporada de 1949 atravesó la ciudad para unirse al más llevadero Russ Hodges en la caseta de los Gigantes. (Interesantemente, estos tres hombres seguirían a Barber en el Salón de la Fama en años sucesivos, con Hodges ganando el premio Ford C. Frick en 1980, Harwell en 1981 y Scully en 1982). Al reconocer lo que Scully estaba haciendo en su primer año con Barber, Harwell le preguntó como le iba. “Red me está haciendo pasar momentos duros”, admitió Scully. Harwell le aconsejó “aguantar ahí. Barber es duro pero es un gran maestro. Valdrá la pena”.
Para Scully, la temporada entera de 1950 fue un bautizo de fuego al lado de Barber, quien probó ser un estricto maestro. Cuando una vez sorprendió a Scully tomándose una cerveza en el palco de la prensa antes de un juego, le llamó la atención con acritud.
Barber, un nativo de Mississippi y Florida, fue un pionero de la narración deportiva. Más que cualquiera de los primeros narradores de beisbol, le dio al juego un ritmo descriptivo hecho a la perfección para la radio. Al llegar desde Cincinnati en 1939, Brooklyn encontró el acento sureño de Barber, confortable. Peter Golenbock escribió en su libro, Bums, “Si lo Dodgers fueran una religión, entonces Red Barber sería Billy Graham”. Aunque barber, no era querido universalmente. En el libro de Lindsey Nelson, Hello, Everybody I’m Lindsey Nelson, el narrador del Salón de la Fama citó al jefe de NBC Sports por mucho tiempo, Tom Gallery, diciendo , “Odio ese canto de salmo, santísimo hijo de p…”
Con Barber, Scully se sentía algo a la defensiva. Cada día trataba de no equivocarse, y de probarse a si mismo que si estaba listo para ese trabajo. Pero ser tercero en el orden tras Barber y Desmond le dificultaba conseguir el tipo de reporte de jugada a jugada que pudiera mejorar sus destrezas. Y cuando los juegos no eran televisados al joven a menudo no le asignaban ninguna jugada a jugada.
Otros miembros de los medios fueron más receptivos. Dick Young del Daily News, quizás el periodista más influyente de la ciudad, podía ser severo, aún así le tomo cariño a Scully. “Young me llamaba ‘Skooly’ y no solo para bromear con mi nombre”, dice Scully. “ ‘Skooly’ era por ‘schoolboy’ debido a mi corta edad. Dick Young fue probablemente el periodista más grande que cubrió un equipo profesional”.
Durante la temporada de 1950, Young tuvo un altercado verbal con el manager de 65 años de los Dodgers, Burt Shotton. “Young podía ser inclemente cuando se disgustaba”, dice Scully. “Él tuvo palabras con Shotton luego que a este no le gustara lo que el escribió. Desde ese momento Young se refería a él como ‘kindly old’ (viejo bondadoso). Una vez que ‘kindly old’ quedó en evidencia entonces se convirtió en KOBS (por kindly old Burt Shotton). Como un bulldog. Young nunca soltaba el hueso”.
Young no fue el único problema para Shotton esa temporada. A pesar de contar con siete jugadores del Juego de Estrellas en el cátcher Roy Campanella, el primera base Gil Hodges, el segunda base Jackie Robinson, el campocorto Pee Wee reese, el jardinero central Duke Snider y los pitchers Don Newcombe y Preacher Roe, los Dodgers estaban en cuarto lugar a mediados de agosto antes de tener una seguidilla de 10 triunfos que llevó a Brooklyn al segundo puesto, a cuatro juegos de los filis, un equipo joven conocido como los Whiz Kids. Los Dodgers recayeron a nueve juegos para el 19 de septiembre, pero entonces tuvieron marca de 12-3 para subir a dos juegos de Filadelfia, que vino a Ebbets Field para los últimos dos juegos de la temporada.
Brooklyn ganó el primer juego 7-3 y solo necesitaba vencer a los Filis y su as Robin Roberts en el juego final de la temporada el domingo 1 de octubre para forzar un playoff de tres juegos por el banderín.
En el cierre del sexto inning, los Dodgers perdían 1-0 cuando Reese conectó la pelota hacia lo profundo del jardín derecho. “El batazo de Reese rebotó en la base de concreto de cinco pulgadas de la pantalla. Fue el jonrón más increíble que vi. Podías ver al jardinero derecho, Del Ennis, rogando y esperando que la pelota cayera. No había nadie quien fuese por ella. La pelota se quedó allí entre el extremo del concreto y la base de la pantalla. Había solo cinco pulgadas ahí arriba”.
En el cierre del novena con el juego igualado 1-1, Brooklyn desperdició un par de buenas oportunidades de anotar la carrera ganadora. Con hombres en primera y segunda sin outs, Snider despachó una línea imparable hacia el centro. Cal Abrams estaba en segunda y corrió hacia el plato. “En vez de tocar la cara interna de la tercera almohadilla, Abrams, un chico de Nueva York, rodeó la tercera por el lado de la caja del coach y no pudo anotar”, dice Scully. “El jardinero central Richie Ashburn lo hizo out en el plato. Más adelante en el inning, los Dodgers tenían las bases llenas con un out y Carl Furillo salió con elevado de foul”.
En la apertura del décimo Dick Sisler bateó un jonrón de tres carreras para Filadelfia, dándole a los Filis una victoria 4-1 y el banderín.
El postmortem está grabado en la memoria de Scully: “Tomé el ascensor anticuado y bajé para ir al clubhouse. Uno de los portones de Ebbets Field hacia la calle estaba abierto y había un vagón de estación afuera. Estaba lleno de ropas y pantalones y trajes. Al caminar, pregunté de quien era ese vagón. Obviamente pertenecía a alguien preparado para salir de la ciudad a prisa. Me dijeron que era de Furillo. Él había entregado el out en bombito de foul con la carrera de la victoria en tercera base. Si hubiese bateado un elevado hacia los jardines los Dodgers habrían ganado. Le dije a Furillo lo que le habría dicho un chiquillo, ‘Mala suerte’. Y Furillo me miró y respondió, ‘Lo haces o no lo haces’. Fue la respuesta más profesional y debido a que era mi primer año, se me quedó en las costillas”.
Luego de la temporada de 1950, los vientos de cambio soplaron sobre Ebbets Field. El dueño Walter O’Malley, quien hasta entonces tenía acciones minoritarias del equipo, tomó control total de los Dodgers. Dejó ir a Shotton y al gerente general Branch Rickey.
En pocos años, Barber y Desmond tambien se habían ido. O’Malley no renovó el contrato de Barber por 50000 $ para la temporada de 1954, solo meses después que Barber había despreciado la posibilidad de transmitir la Serie Mundial de 1953 entre Dodgers y Yanquis por televisión (NBC) debido a una disputa con el patrocinante Gillette acerca de su compensación de 200 $ por juego. Y para el día del trabajo de 1956, los problemas de bebida de Desmond le costaron su trabajo.
Con ese par ausente, la estrella de Scully subió. Por fin le fue dado el tiempo al aire para desarrollar su talento. Él se relajó de las garras de Barber y labró su propio estilo que era cálido, entretenido e inimitable. En 1957, cuando le dijo a su audiencia que había derramado una taza de café sobre unos pantalones recién sacados de la lavandería, Barber no estaba ahí para decir, “¿A quién le importa?” Scully había construido suficiente capital y respeto para hacer las cosas a su manera.
En ese último par de temporadas en Brooklyn, fue Scully quien fue acosado por los narradores aspirantes. Marv Albert, un adolescente para el momento, era un interno de los Dodgers. Durante los juegos diurnos, él llevaba su pesada grabadora de cintas Wolensak a una esquina de la fila de la prensa en Ebbets Field para practicar su jugada a jugada. El encargado del palco de la prensa ocasionalmente le pedía a Albert que bajara la voz. Despues que termina la transmisión de los Dodgers, él ocasionalmente se escurría a la caseta de transmisión y tomaba la copia de los papeles comerciales de Scully del piso para aprender a leer la publicidad.
Cuando los Dodgers salieron de Brooklyn al final de la temporada de 1957, O’Malley se llevó a Scully con el equipo a Los Angeles, pero eliminó las transmisiones televisivas. O´Malley tenía la percepción de que los juegos televisados en casa contribuían a que la asistencia disminuyera en Ebbets Field, y no iba a cometer el mismo error en California. En 1958, los únicos juegos de los Dodgers que fueron televisados fueron los jugados en San Francisco contra los rivales Gigantes, quienes también se habían mudado al otro extremo del país.
*****
Aunque Scully ha sido famoso por más de medio siglo, él aún recuerda como fue su temporada de novato.
“Yo viajaba en la parte trasera del bus con los jugadores que no jugaban mucho”, dice él. “Era bienvenido y me hacían sentir como en casa. Sin embargo como niño nacido y criado en Nueva York, estaba totalmente pendiente de los jugadores regulares: Gil Hodges, Jackie Robinson, Pee Wee Reese, Billy Cox, Duke Snider y todos los otros”.
De los 37 jugadores quienes jugaron con los Dodgers en 1950, solo seis viven aún. Tres de ellos, los pitchers Ralph Branca, Carl Erskine y Don Newcombe, eran nombres establecidos en Brooklyn y más allá. Dos de los otros tres, Tommy Brown y Bobby Morgan, tuvieron períodos de actividad. Joe Landrum apenas tuvo un sorbo de café.
Scully aun ve a Newcombe y Erskine. El primero es un asesor especial de los Dodgers que puede ser visto a menudo en el estadio. El otro asiste a juegos de viejas glorias, donde Scully puede recordar el día cuando el hombre provincialmente acentuado por los neoyorquinos como “Oisk” ponchó 14 Yanquis en el segundo juego de la Serie Mundial de 1953.
Branca y Scully han sido amigos desde la primera temporada del narrador, aunque su mentor Barber le había advertido a su protegido no mezclarse mucho con los peloteros para evitar perder su objetividad. “Ralph y yo éramos muy cercanos”, dice Scully. “Antes que él se casara, salíamos en doble cita y pasábamos mucho tiempo juntos”.
Branca conseguiría reconocimiento duradero en 1951 al recibir el jonrón de Bobby Thomson (El batazo que se oyó alrededor del mundo) que ganó el banderín para los Gigantes. Por más de 60 años él ha cargado ese tropezón con gracia y dignidad. Él ha tenido problemas para andar por ahí en años recientes, pero cuando 42, la película acerca de la vida de Jackie Robinson, llegó a las pantallas en 2013, Branca fue capaz de conseguir un enfoque especial en el condado donde vive, Westchester, New York. Junto a Ralph estaba su novia, Ann. Scully dice que una de las razones por las que Ralph “llevó la cruz excepcionalmente bien” fue que él y Ann se iban a casar casi inmediatamente después,
El hecho de que Scully aun pueda aportar instantáneas biográficas de Branca, Erskine y Newcombe, por lo menos unos de los peloteros quienes ayudaron a Brooklyn a ganar seis banderines y un título de Serie Mundial entre 1947 y 1956, no es una sorpresa. Pero siete décadas después , los nombres Brown y Morgan, olvidados por la mayoría hace tiempo, son cualquier cosa menos desconocidos para el narrador de los Dodgers. Pregúntele por anécdotas de los dos y él dibujará perfiles, coloreados con detalles.
‘Brown era un joven de 16 años cuando jugó con los Dodgers por primera vez”, recordó Scully. “Ellos solían contar los jonrones que él bateaba, no durante la temporada regular sino en las prácticas de bateo. ¡Él rompió la marca de Babe Ruth en una semana, en práctica de bateo! Desafortunadamente no era ese tipo de bateador cuando empezaba el juego”.
Cuando el nombre de Bobby Morgan es pronunciado, la voz de Scully se vuelve generosa.
“Bobby Morgan era un jugador maravilloso de Oklahoma. Frank Shaugnessy, el presidente de la International League, dijo algo como Bobby Morgan es el mejor tercera base desde Pie Traynor. Eso puso mucha presión sobre él. ¡Lo que nunca olvidaré es que Bobby Morgan estuvo involucrado en la atrapada más grande que Willie Mays hizo! Y Mays sería el primero en estar de acuerdo conmigo”.
El 18 de abril de 1952, los Dodgers jugaban su primer juego en casa ante los Gigantes. En el séptimo inning, Morgan bateó una línea entre el jardín central y el izquierdo, que puso a Mays, de 21 años, a perseguirla. “En aquellos días, Ebbets Field tenía una zona de seguridad de granzón y una pared de concreto”, dijo Scully. “Mays, al correr tan duro como podía, llegó al granzón completamente estirado, hizo la atrapada, se golpeó contra la base de la pared de concreto y rodó sobre su espalda, con las manos juntas, sobre el pecho. El jardinero izquierdo de los Gigantes era Henry Thompson. Él corrió hacia allá, sacó la pelota del guante de Mays, la mantuvo alto en el aire, y el out fue validado por el árbitro”.
Por otro lado, Landrum, apareció en solo 16 juegos de Grandes Ligas en 1950 y 1952, y fue referenciado más por Scully cuando su hijo Bill llegó a las mayores en 1986, fue relevista de cuatro equipos de la Liga Nacional en ocho temporadas.
*****
Un día de este abril, dos zurdos grandes, Clayton Kershaw de los Dodgers y Madison Bumgarner de los Gigantes, suben al montículo una tranquila noche de semana en Dodger Stadium. Scully mientras se prepara como siempre para transmitir el juego, piensa en perspectiva. Estos dos equipos han sido rivales por más de 125 años. Scully solapa el enfrentamiento Bumgarner-Kershaw con la batalla de pesos completos de pitcheo de los años ’60, Juan Marichal de los Gigantes y Sandy Koufax de los Dodgers. Él pasa casi medio inning temprano en la caseta, enfocando la escena, tejiendo detalles relevantes de los grandes choques del pasado. ¿Quien podía pagar el televisor en ese momento? Si uno estaba viendo el juego en el sur de California, donde era temprano en la noche, o escuchándolo vía satélite en Florida, donde era tarde en la noche, Scully tenía enganchada a su audiencia.
Su voz aún resuena en los veranos del sur de california. El sonido de su jugada a jugada se difunde de manera estable en una ciudad de muchas tendencias y en un mundo que es multitareas.
De vuelta al comentario de Furillo luego de la dura derrota ante los Filis para terminar su primera temporada, Scully dice, “El nieto de Furillo estuvo por aquí hace poco y eso trajo de vuelta su actitud profesional: ‘O lo haces, o no lo haces’”.
Si, Scully lo hizo entonces y aún lo hace, 65 años después.
David J. Halberstam es el antíguo narrador jugada a jugada de los Heat de Miami y autor de Sports On New York Radio: A Play By Play History.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario