miércoles, 6 de julio de 2016

Esquina de las Barajitas: El Pequeño Joe 1971.

Bruce Markusen. Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y le gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. Es difícil de creer en retrospectiva, pero la compañía Topps no comenzó a usar fotografías de acción en color en sus barajitas hasta 1971, o algunos 19 años después que se produjera el primer juego completo de barajitas en 1952. La colección de 1971, la cual también fue distintiva por su uso de bordes negros, mostrando no menos de 52 tomas de acción de peloteros individuales. Era una manera agradable de diversificar las barajitas de los peloteros, las cuales habían consistido en perfiles, fotografías de frente en primer plano y poses por la mejor parte de dos décadas. El grupo de tomas de acción de 1971 incluye un número de imágenes tremendas. Está la barajita del fajador Jerry Grote, una toma maravillosa de Thurman Munson tratando de tocar en medio de una polvareda al pitcher de los Atléticos de Oakland, Chuck Dobson, una barajita del zurdo Chris Short de los Filis de Filadelfia haciendo un lanzamiento contra el entorno del anuncio de “Alpo” en Connie Mack Stadium, y una esplendente toma de Felipe Alou a medio swing mientras usaba los gloriosos colores verde y dorado de los Atléticos. Todas esas son grandes barajitas, y merecen más exploración, pero otra favorita de la colección de 1971 nos ofrece una mirada a un inquilino del Salón de la Fama. La barajita de Joe Morgan es inusual en el sentido de que no nos muestra el rostro del pelotero, haciéndola reminiscente de la barajita de Johnny Bench de 1973, la cual sigue la espalda del cátcher del Salón de la Fama mientras persigue un elevado de foul mientras casi se mete en el dugout de los rivales. Para algunos coleccionistas, la falta de un rostro en la foto es una marca negra contra la barajita, pero no para mi, especialmente cuando se trata de un pelotero famoso. Las estrellas son tan bien conocidas que nosotros tenemos una buena idea de cómo lucen, no necesitamos que cada una de sus barajitas tengan un primer plano de sus rasgos faciales. Algunas veces es la acción retratada en la barajita lo que llama nuestra atención, y esta barajita de 1971, como la de Bench de 1973, tiene éxito en hacer eso. Numerada 624 en la colección, la barajita de Morgan lo muestra en medio de un swing a nivel, mientras trata de conectar un lanzamiento en la parte superior de la zona de strike. (Lo único lamentable es que la barajita no muestra a Morgan ejecutando su característico movimiento de codo, pero no se puede tener todo en una barajita). La foto, que se desarrolla contra el tramado, es interesante debido a la yuxtaposición entre Morgan al bate, el cátcher detrás del plato (Grote de los Mets de Nueva York) y el árbitro del plato severamente agachado (quién permanece desconocido). Raramente vemos de nuevo esta perspectiva en televisión; casi siempre vemos a los bateadores desde la ventajosa posición de los lentes del jardín central o desde la cámara lateral del dugout. Pero esta barajita nos da algo diferente, el punto de vista de alguien que ve el juego desde los palcos de terrenos justo detrás de la alambrada del plato. Esto nos permite ver que tan cercanos están el bateador, el cátcher y el árbitro. Si, es un ángulo inusual de este lado del plato, pero también es fascinante. La barajita de Morgan de 1971 también trae a la mente el tema de las reuniones invernales (Winter Meetings). Fue en las Winter Meetings de 1971 que Morgan y un grupo de otras estrellas del beisbol cambiaron de uniforme en lo que resultaría ser una reunión histórica de gerentes generales y dueños. Las Winter Meetings de 1971 empezaron el 29 de noviembre y concluyeron el 3 de diciembre. Por cinco días, los gerentes generales de los 24 equipos de Grandes Ligas se congregaron en el Arizona Baltimore Hotel, Ariz. No les tomó mucho tiempo a los gerentes generales entrar en calor. El primer día de las reuniones, seis equipos hicieron tres cambios, todos significativos. El cambio más grande del día fue uno a escala completa entre los Rojos de Cincinnati y los Astros de Houston. Los Rojos enviaron al primera base bateador de poder Lee May y los jugadores del cuadro Tommy Helms y Jimmy Stewart (sin relación con el actor) a los Astros por Morgan, el infielder Denis Menke, los jardineros Cesar Gerónimo y Ed Armsbrister, y el pitcher derecho Jack Billingham. Para ese momento, Lee May era el pelotero más conocido de los ocho del supercambio, lo que llevó a varias personas a especular que los Astros habían ganado la transacción. Ese análisis resultó ser equivocado. A corto plazo, los Rojos repotenciaron su infield, lo hicieron más atlético y mejor defensivamente. Al salir de May, el gerente general de los Rojos, Bob Howsam, le abrió la primera base a Tany Pérez, quien había estado jugando fuera de posición en tercera base. Menke, un mejor jugador defensivo con más alcance en la esquina caliente, fortaleció el lado izquierdo del infield de los Rojos. La mejora más grande ocurriría en segunda base, donde Morgan reemplazó a Helms. En la superficie, Morgan venía de una temporada en la cual había bateado .256 con los Astros. Aún así, él era un buen pelotero, y cerca de convertirse en estrella en Cincinnati. Los Rojos ciertamente entendían lo que Morgan podía aportarles. Cuando un reportero le preguntó al manager de Cincinnati, Sparky Anderson, por el promedio de bateo de Morgan, él despreció la estadística y demostró que estaba adelantado a su tiempo cuando apeló a una filosofía sabermétrica. “Este es un tipo que se embasa muchísimas veces”, le dijo Anderson al longevo escritor de Cincinnati Earl Lawson. “Su radio de embasado es increíble, como el del año pasado, 149 imparables y 88 boletos”. Esos números, ocurridos en 689 apariciones al plato, ayudaron a Morgan a compilar un respetable porcentaje de embasado de .351 con los Astros. Morgan destacaría en Cincinnati, donde se benefició de la presencia de mejores compañeros de equipo y de la sabiduría de Anderson. Al disfrutar un repunte de su carrera en 1972, Morgan lideró la Liga Nacional con 115 boletos y un porcentaje de embasado de .417, para contribuir a que los Rojos ganaran el banderín y avanzaran a la Serie Mundial. En las próximas dos temporadas, el hombre conocido como “Little Joe” continuó jugando bien pero entonces emergió como superestrella en 1975, para liderar a los Rojos al primero de dos campeonatos mundiales seguidos. Morgan bateó para un .327 tope en su carrera y encabezó la liga con un promedio de embasado de .466 en ruta a ganar el premio al jugador más valioso de la Liga Nacional. Él repitió como jugador más valioso en 1976, al compilar el mejor porcentaje de slugging de la liga con .576. ¿Qué tan bueno fue Morgan en 1975 y 1976? Fue el mejor pelotero del juego, eso es que tan bueno. También estaba muy bien encaminado en su camino al Salón de la Fama. Más allá de la negociación de Morgan, los Gigantes de San Francisco y los Indios de Cleveland también hicieron un cambio ese primer día de las reuniones invernales. Los Gigantes enviaron a Gaylord Perry y el joven campocorto Frank Duffy a los Indios por Sam McDowell, un poderoso lanzador zurdo quien parecía estar en su mejor momento. En otro cambio importante, los Atléticos adquirieron al pitcher zurdo Ken Holtzman, autor de dos juegos sin hits ni carreras, desde los Cachorros de Chicago por el jardinero Rick Monday, quien para el momento era mejor conocido por ser el primer pelotero tomado en el primer draft amateur de 1965. Aún así, había más por venir. El día siguiente, 30 de noviembre, los Mellizos de Minnesota negociaron al veterano campocorto Leo Cárdenas a los Angelinos de California por el joven pitcher zurdo Dave LaRoche. Mientras tanto, los Atléticos anunciaban el despido de un estimado pitcher veterano, Jim “Mudcat” Grant, un movimiento que hizo rascar cabezas dada la manera efectiva en que Grant había lanzado como relevista en 1971. El 1 de diciembre llegó la noticia del despido de un nombre más grande. Los Cachorros dejaron libre a Ernie Banks de 40 años, quien planeaba retirarse, y lo añadieron a su cuerpo técnico para la temporada de 1972. Entonces vino el remolino fluorescente del 2 de diciembre. Entonces los equipos ingeniaron ocho cambios adicionales, que involucraron 30 peloteros. El día completo de actividades incluyó un cambio de tres peloteros entre los Astros y los Reales de Kansas City. Los Astros entregaron al prometedor primera base John Mayberry por dos pitchers jóvenes, Jim York y Lance Clemons. En una negociación más grande, los Orioles cambiaron a su estrella veterana, Frank Robinson, y el relevista zurdo Pete Richert a los Dodgers de Los Angeles por el joven pitcher derecho Doyle Alexander y tres jugadores de ligas menores. Luego de adquirir a Robinson, los Dodgers enviaron al primera base de poder Dick Allen, a los Medias Blancas de Chicago por el pitcher zurdo Tommy John. Para el momento cuando terminaron las reuniones invernales el 3 de diciembre, un día que vio cuatro cambios más realizados, los equipos de Grandes Ligas se habían combinado para hacer 15 cambios que involucraron a 53 peloteros. La serie de cambios voluminosos generó titulares desde los periódicos diarios hasta Sporting News y Sports Illustrated, para mantener la estufa caliente del beisbol crujiendo durante la temporada regular de futbol americano. La onda de cambios también creó una serie de secuelas que cambió el paisaje del juego por la mayor parte de la próxima década. Para el momento, la decisión de los Gigantes de cambiar a Perry de 33 años por McDowell de 29 pareció un movimiento inteligente de su dueño y gerente general, Horace Stoneham. Después de todo, los Gigantes estaban adquiriendo al pitcher más joven y el que lanzaba más duro. Desafortunadamente, los Gigantes no se dieron cuenta del largo expediente de problemas de bebida de McDowell, y como eso afectaría su carrera. Para 1973, McDowell se convirtió en ex.Gigante. Para 1975, estaba fuera del beisbol. Mientras tanto, el duradero Perry ganó un tope de la liga de 24 juegos para los Indios en 1972. Dos años después, agregó 21 triunfos mientras ganaba el premio Cy Young de la Liga Americana. Perry continuaría lanzando hasta 1983 (para ese momento había ganado 314 juegos), ocho años después del retiro de McDowell. Otra de las superestrellas involucradas en los cambios de invierno también ganaría un premio importante. El manager de los Medias Blancas, Chuck Tanner le dijo al periodista deportivo Jerome Holtzman que Allen “debe ayudarnos a ganar al menos 20 juegos con su bate”. Las palabras de Tanner fueron una exageración, pero no por mucho como unos cuantos pudieron haber creído. Motivado por el gran manager a favor de los peloteros que era Tanner, el muy talentoso Allen lideró la liga en porcentaje de slugging, carreras empujadas y boletos en 1972, mientras llevaba a los Medias Blancas a terminar a cinco juegos y medio de un equipo mucho más talentoso de Oakland. Fue la mejor temporada de la carrera de Allen, y eso le valdría el premio al jugador más valioso. Para el invierno de 1971, los Reales habían jugado tres temporadas completas como equipo de expansión. Aunque todavía no estaban listos para ser contendores legítimos en la división oeste, la adición de Mayberry le dio a su ofensiva una base sobre la cual construir. Para 1976, cuando los Reales ganaron el primero de tres títulos divisionales seguidos, Mayberry se había desarrollado como un consumado cuarto bate. Con Mayberry, el inquilino del Salón de la Fama George Brett, y el subestimado dueto de Hal McRae y Amos Otis formando el núcleo de la ofensiva de los Reales, Kansas City era ahora una fuerza mayor. Otros cambios jugaron aún influencias más grandes al afectar los resultados de venideras carreras por el banderín. Pocos se beneficiaron de las reuniones invernales como la dinastía en desarrollo del beisbol, la que tomaba forma en el area de la bahía. Al actuar como su propio gerente general, el dueño de Oakland, Charlie Finley consiguió a Holtzman del gerente general los Cachorros de Chicago John Holland. La adición de Holtzman le dio a los Atléticos un tercer abridor de primera línea para alternar con Jim “Catfish” Hunter y Vida Blue. Gracias a la adición de Holtzman, los Atléticos se convirtieron en un rival más formidable, particularmente en la postemporada. Desde 1972 hasta 1974, Holtzman ganó cuatro de cinco decisiones de Series Mundiales mientras agenciaba una efectividad de 2.55. Lanzó todavía con más calidad en las series de campeonato, donde su efectividad de 1.55 brillaba. Sin el pitcheo de Holtzman en postemporada, para no mencionar su promedio de casi 20 triunfos y 250 innings lanzados durante ese período, los Atléticos no podrían haber ganado tres títulos seguidos de Serie Mundial. A excepción de la pérdida de Morgan por Houston, ningún cambió tuvo un impacto más negativo que la decisión de los Orioles de cambiar a Frank Robinson, uno de sus mejores jugadores en todos los terrenos e indiscutiblemente su presencia más influyente en el clubhouse, donde “El Juez” regía la afamada “Corte de los Canguros” de Baltimore. Los Orioles pensaron que podían reemplazar a Robby con Merv Rettenmund, un bateador de .318 en 1971, pero este decepcionó como jugador de todos los días, mientras los jardineros Paul Blair y Don Buford tuvieron rendimientos considerablemente bajos, lo cual causó la caída de los ganadores del banderín hasta el tercer lugar en 1972. Es natural preguntarse si alguna vez se verá un frenesí de cambios en una reunión de invierno como la que se presenció en 1971, cuando esos 53 peloteros cambiaron de equipo. Bien, eso ha ocurrido una vez, en 1980, cuando los equipos de Grandes Ligas se combinaron para intercambiar 71 peloteros, la marca de todos los tiempos. El inquilino del Salón de la Fama, Whitey Herzog, quien fungía como gerente general y manager de los Cardenales de San Luis, participó mucho en las actividades, al realizar cuatro cambios que involucraron 23 peloteros. Entre los jugadores que cambiaron de equipo en las reuniones de 1980 estaban los inquilinos del Salón de la Fama, Bert Blyleven, Rollie Fingers y Bruce Sutter. Parece que no se verá una reedición de lo que atestiguamos en 1971 o 1980, aunque los equipos de Grandes Ligas crearon alguna agitación en las reuniones invernales de 2014, cuando hicieron 12 cambios que involucraron a 37 peloteros. Basados en términos de volumen, lo que ocurrió en 1971 y 1980 no parece que ocurrirá otra vez, no con el dominio actual de la libre agencia, los costosos contratos multianuales, y varias cláusulas que vetan los cambios. Aquellas reuniones invernales de 1971, cuando los futuros inquilinos del Salón de la Fama, Morgan, Perry y Robinson cambiaron de uniforme, permanecerán cerca del tope de la lista. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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