sábado, 9 de julio de 2016

Esquina de las barajitas: Joe Foy 1967

Bruce Markusen. Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. A menos que seas fanático de los Cardenales de San Luis, los pensamientos de beisbol en 1967 tienden a gravitar hacia “El Sueño Imposible”. Aquellos improbables Medias Rojas de Boston, aunque no ganaron la Serie Mundial, continúan cautivándonos como uno de los grandes equipos Cenicienta de la era de expansión. Cuando recordamos aquellos Medias Rojas, probablemente no pensamos mucho en un pelotero como Joe Foy. No, recordamos a Carl Yastrzemski, George Scott, Reggie Smith, y Jim Lonborg, y el manager Dick Williams. Pero Foy fue parte importante de ese equipo, el cual capturó la atención del país durante una espeluznante carrera por el banderín de la Liga Americana entre cuatro equipos. La barajita de Foy, Topps 1967, nos presenta un primer plano extremo de su rostro. Esta era una manera común en la que Topps fotografiaba a los peloteros en los años ’60. Esas fotografías no solo nos daban una buena mirada a los rasgos faciales de un pelotero, sino que también nos permitían examinar su expresión. En este caso, hay un sentimiento de incomodidad en su rostro. Eso es comprensible. La fotografía casi de seguro fue tomada en el entrenamiento primaveral de 1966, cuando Foy todavía era jugador de ligas menores y dudaba de su futuro inmediato en el juego. Ni siquiera había debutado en Grandes Ligas. Foy no se encargaría por completo de la tercera base hasta más adelante en la temporada, después que los Medias Rojas decidieron reacomodar su infield y mover a George Scott desde tercera hasta primera base. Adicionalmente, Foy luce como un novato de rostro fresco en su barajita Topps 1967. Aparece joven e inocente, sin desgaste ni magulladuras en el rostro, como lucen muchos peloteros de primer y segundo año. No hay señales de los problemas que Foy enfrentaría en los años posteriores de su carrera, cuando asuntos extraterreno segaron la promesa de aquellas primeras temporadas en Boston. Nacido y criado en el Bronx, donde emergió como destacado jugador de pelota de goma como adolescente, Foy firmó originalmente con los Mellizos de Minnesota en 1962, recibió un pequeño bono como parte de su primer contrato. Foy tenía lo que algunos observadores describirían como una contextura roly-poly, lo cual explica porque los Mellizos trataron de convertirlo en catcher. Pero pronto notaron que el cambio no funcionaría y lo mudaron a primera base. Al jugar en la New York-Penn League con el Erie en 1962, mostró un ojo selectivo, al negociar de manera increíble 109 boletos en solo 113 juegos. (Esa es una relación que habría dejado orgulloso a Ted Williams). Pero basados en las reglas del día, Foy fue elegible para un draft de ligas menores después de solo una temporada. Los Medias Rojas aprovecharon, y seleccionaron a Foy con lo cual removieron un prospecto legítimo del sistema de los Mellizos. Foy tenía apenas 20 años de edad y distaba de estar listo para las Grandes Ligas, así que los Medias Rojas lo asignaron a una temporada completa de pelota Clase A. Los Medias Rojas también trataron de usarlo como cátcher, pero cuando falló, lo regresaron a primera base. Eventualmente, Foy se hizo de un camino hacia el campocorto, mientras continuaba una inusual trayectoria de carrera. En 1964, se mudó a tercera base, donde se establecería. Para 1965, había conseguido llegar a AAA. Ese verano, bateó .302 con 64 boletos y 14 jonrones para los Maple Leafs. Su actuación le ganó los honores del Jugador del Año de ligas menores entregado por Sporting News. En noviembre, los Medias Rojas anunciaron que Foy sustituiría a Frank Malzone como su tercera base regular en 1966. En la primavera, Foy jugó lo suficientemente bien para hacer el roster del día inaugural de los Medias Rojas, pero empezó como infielder de reserva. En su lugar, Scott (un amigo novato) empezó la temporada en tercera base. Esa situación no duró mucho. En una semana, los Medias Rojas movieron a Scott a primera base en lugar de Tony Horton quien tenía dificultades para batear y probaron al veterano Eddie Kasko en la esquina caliente. Cuando Kasko mostró carencias, Foy entró a la alineación. Antes que terminara el mes de abril, Foy estaba jugando todos los días en la esquina caliente de los Medias Rojas. Los números del primer año de Foy fueron impresionantes. Aunque su promedio de bateo de .262 parecía ordinario, negoció 91 boletos, los cuales levantaron su porcentaje de embasado hasta el nivel de los .360. También despachó 15 cuadrangulares. El único detrimento de su juego era su defensiva, la cual era errática por momentos. Aún solo con 23 años, y en posesión de velocidad y poder por encima del promedio, Foy parecía tener asegurada la posición de tercera base por años en Boston. Foy no jugó tan bien en 1967, pero siguió siendo un contribuyente positivo en la chiquita, al ocupar con efectividad el segundo puesto de la alineación. A principios de temporada, Foy hizo una brillante jugada defensiva para preservar temporalmente el juego sin hits ni carreras de Billy Rohr. Sin embargo, la temporada le trajo dificultades a Foy. En junio, se quemó la casa de su familia en East Bronx. Nadie salió herido, pero Foy perdió la mayoría de sus pertenencias. Ese mes trajo controversia también. En un juego el 21 de junio en Yankee Stadium, Foy se convirtió en el centro de una de las peleas más memorables de la vieja rivalidad entre los Medias Rojas y los Yanquis de Nueva York. En el primer inning, Tony Conigliaro le dio a los Medias Rojas una ventaja tempranera con jonrón de tres carreras. En el inning siguiente, Thad Tillotson, un pitcher derecho, lanzó una recta alta y adentro contra Foy, quien había jonroneado en el juego anterior. De alguna manera Foy se las arregló para eludir el pitcheo. Aparentemente no satisfecho con su primer intento, Tillotson lanzó otra recta alta, esta vez golpeó de lleno en el casco de Foy. Aunque momentáneamente afectado, Foy permaneció en el juego con valentía y ocupó su lugar en primera base, sin hacer ningún esfuerzo por incitar a Tillotson. Cuando Tillotson tomó su turno al bate en el cierre del inning, el abridor de ,los Medias Rojas, Jim Lonborg se aseguró de tomar revancha inmediata por su compañero, al golpear a Tillotson con un rectazo. Mientras Tillotson caminaba hacia primera base, lanzó algunas palabras furiosas hacia Lonborg. Foy sintió que era el momento de intervenir. Foy cruzó caminando el terreno desde tercera base y le dejó saber su mensaje a Tillotson. “Si quieres pelear, ¿Por qué no peleas conmigo?” Le preguntó Foy al pitcher de los Yanquis. “Soy a quien golpeaste para empezar todo este problema”. Aunque eso detonó una tremenda trifulca entre los equipos, el gesto de Foy era lo que lo hacía popular con sus compañeros, especialmente Yastrzemski y el segunda base Mike Andrews, quienes se convirtieron en sus amigos más cercanos del equipo. Generalmente un tipo positivo, Foy ganó elogios a través del clubhouse de los Medias Rojas. Cuando aparecían los problemas raciales como a menudo ocurría en los años ’60, Foy usualmente trataba de buscar soluciones. Foy sabía de la indignidad racial, principalmente mediante sus experiencias con la segregación de Jim Crow en Florida durante el entrenamiento primaveral. Como dijo Andrews una vez, “Si había algún problema entre blancos y negros que necesitaba ser resuelto, Joe era el puente”. Por más que sus compañeros lo estimaban, la falta de acondicionamiento de Foy quebrantaba su relación con la dirigencia. El nuevo manager del equipo, Dick Williams, sentía que Foy estaba fuera de forma y tenía exceso de peso. Su nivel de juego probó ser más errático en 1967, también. En la segunda mitad de la temporada, Foy tuvo dificultades para batear, lo cual llevó a Williams a alternarlo con Dalton Jones, un bateador zurdo, y con Jerry Adair, quien bateaba a la derecha. El promedio de bateo de Foy y sus totales de boletos, cayeron, pero bateó con más poder, al conectar 16 jonrones. Como equipo, los Medias Rojas sorprendieron a todos los observadores al asumir el liderato de la liga en agosto y mantenerlo con el alma, para ganar una salvaje carrera por el banderín de la Liga Americana en una temporada que se esperaba fuese el inicio de una reconstrucción en Boston. La Serie Mundial de 1967 resultó frustrante para los Medias Rojas, quienes la perdieron en siete juegos ante los Cardenales de San Luis. Foy fue relegado al banco en los primeros cuatro juegos, pero cuando jugó, solo despachó dos imparables en 15 turnos al bate, se ponchó cinco veces contra un difícil cuerpo de lanzadores de los pájaros rojos. En 1968, Foy se reportó a los Medias Rojas con 98 kilogramos, el peso más bajo de su carrera de Grandes Ligas. Pero su promedio de bateo y su poder se vinieron abajo. Pero eso le ocurrió a la ofensiva de todos, en una temporada conocida como “El Año del Pitcher”. En el contexto de esa época, Foy siguió siendo un pelotero ofensivo por encima del promedio, pero su defensiva se convirtió en una gran preocupación. Siempre un defensor irregular, Foy cometió 30 errores, el total más alto de un tercera base de la Liga Americana. Un incidente extraterreno esa temporada afectó el futuro de Foy. Foy manejaba un carro, y llevaba como pasajero a Juan Pizarro, cuando el vehículo chocó contra un taxi. La policía de Boston arrestó a Foy y a Pizarro, los sancionó por andar intoxicados en la vía pública. Los Medias Rojas estaban disgustados. Ellos multaron a ambos peloteros por violar la hora límite de reportarse al hotel, y los suspendieron por un doble juego, sin pago. El incidente de manejar borracho convenció a los Medias Rojas de que era el momento de salir de Foy. Decidieron no protegerlo en el venidero draft de expansión. Los Reales de Kansas City, ante la oportunidad de adquirir un tercera base de renombre, seleccionaron al veterano infielder en la cuarta escogencia general. El movimiento fue difícil para Foy, quien se sintió traicionado por Williams. Para empeorar las cosas, el amigo cercano de Foy, Yastrzemski, ahora era un ex compañero. Un comienzo firme con Kansas City ayudó a Foy. Redujo sus errores desde 30 hasta 12 y también aumentó su promedio de bateo hasta el rango de .260. Al dásele más libertad para correr las bases, estafó un tope personal de 37 bases. También mostró versatilidad al jugar cinco posiciones para los Reales. Foy hizo tan buen trabajo que generó interés en el mercado de cambios. Los Mets de Nueva York, quienes había estado buscando por mucho tiempo una buen tercera base desde su aparición en 1962, buscaron a Foy con intensidad. Accedieron a entregar dos de sus mejores prospectos: el jardinero Amos Otis, quien había tenido dificultades al hacer la transición hacia la tercera base, y el pitcher derecho de poder Bob Johnson. Los Reales simplemente no podían dejar pasar tal oferta por un pelotero quien había sido seleccionado del draft de expansión solo un año antes. Fox estaba emocionado por ir a casa, por participar en juegos en Queens, solo a corta distancia de su lugar de nacimiento en el Bronx. Los Mets creían que Foy, un pelotero quien había mejorado su defensiva con capacidad de batear con poder y paciencia, estabilizaría la tercera base en lo años por venir. Eso no ocurrió. Foy se involucró en drogas, particularmente marihuana. Hubo reportes de bebida profunda. Durante un el primer juego de una doble cartelera en 1970, Foy colmó la paciencia del manager de los Mets Gil Hodges. Estando en el dugout, Foy caminó frente a Hodges durante un lanzamiento, se paró ahí, y empezó a hablar. Al bloquear la visión de Hodges durante el juego, Foy Había hecho algo que simplemente no se hacía en el dugout de los Mets. Más adelante ese día, en el segundo juego de una doble cartelera, Hodges inició con Foy en tercera base. Un bateador descargó un roletazo cercano a Foy, pero él no reaccionó, como si no hubiese visto la pelota. Después que la pelota le pasó a un costado y llegó al jardín izquierdo, él empezó a golpear el guante con su mano, y gritaba “Bateala hacia mi. Bateala hacia mi”. Los otros peloteros de los Mets (y Hodges) lo miraban con asombro. Basados en esta extraña conducta en el dugout y el campo, se sospechaba que Foy estaba bajo la influencia de las drogas. Los peloteros de los Mets querían que sacaran a Foy del juego inmediatamente, pero Hodges decidió darle una lección a Foy al mantenerlo más tiempo en el juego. El incidente prácticamente selló el destino de Foy con sus compañeros y Hodges, este último no toleraba el uso de drogas o la falta de profesionalismo. El 12 de septiembre, unas pocas cejas se enarcaron cuando los Mets sacaron a Foy de la alineación regular a última hora. Ese octubre, los Mets sacaron a Foy del roster, lo enviaron a AAA. “No conseguimos nada”, le dijo un oficial de los Mets al periodista deportivo Dick Young acerca de los esfuerzos del equipo por cambiar a Foy. “Su valor se hizo nulo”. Mas tarde esa temporada de receso, los Mets vieron como los Senadores de Washington seleccionaban a Foy en el draft de la regla 5. En 1971, Foy jugó una pelota mediocre al comienzo de la temporada con los Senadores. Mientras estuvo con Washington, él comentó sobre los rumores de su uso de drogas: ¿Cuántos jóvenes de Nueva York conoces que no hayan fumado hierba?” Le dijo Foy a un reportero. Esa no era probablemente la respuesta que querían oir los Senadores. El manager de Foy, el gran Ted Williams, pronto notó que Foy estaba fuera de forma y pidió a la oficina principal que lo enviaran a la pelota AAA para que bajara de peso. En 15 juegos de liga menor en Denver, Foy bateó solo .191. Un día, Foy discutió con el gerente general de Denver. Solo dos horas después, los Senadores despidieron a Foy. A los 28 años de edad, Foy había terminado su carrera como jugador de beisbol profesional. Su carrera en las Grandes Ligas, a pesar de su enorme talento, había durado solo seis temporadas. Los problemas de Foy con las drogas y el alcohol se mantuvieron por un tiempo en sus días posteriores al beisbol activo. Era dueño y atendía una licorería. Para su crédito, Foy se sobrepuso a sus demonios. Dejó de consumir drogas. Limpio y sobrio, vivió su vida de la mejor manera en las próximas dos décadas. Tristemente, su cuerpo lo traicionó. En octubre de 1989, sufrió un ataque cardíaco fatal en su casa de la ciudad de Nueva York. Tenía solo46 años de edad. Acerca de Bruce Markusen Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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