viernes, 25 de septiembre de 2015

¿A donde te has ido Sandy Koufax?

En búsqueda de la leyenda del beisbol, mientras se aproxima el aniversario 50 de su icónica decisión de no lanzar el día de Yom Kippur. Una entrevista exclusiva para The Jewish Week. 12-03-2014 Steve Lipman “No me imagino a las personas hablando de mí 50 años después”. Sandy Koufax en una entrevista de Sports Illustrated en 1965. Glendale, Ariz. – Con pelotas en mano, Kyle Leibel, un aficionado de 14 años de East Meadow, L.I., y John Fuchs, un amigo de Phoenix, patrullaban los terrenos del campo de entrenamiento de los Dodgers de Los Angeles una mañana reciente, buscaban autógrafos. Los primeros días de la preparación de los Dodgers para la temporada de 2014, los adolescentes, entre docenas de otros aficionados, perseguían pitchers y cátchers, tradicionalmente los primeros peloteros en reportarse al entrenamiento primaveral. Entonces Steven Leibel, el padre de Kyle, los llevó a un grupo de aficionados que presionaban contra una defensa de cadenas, clamando por un autógrafo de un ciudadano de cabello blanco. Kyle y su amigo no sabían mucho del antíguo pelotero, Sandy Koufax, en el centro de atención de los aficionados, pero Steven Leibel rápidamente los ilustró: Koufax, ahora de 78 años, es un pitcher del Salón de la Fama retirado hace tiempo, propietario de una recta poderosa y una curva como caída de una mesa quién dominó a los bateadores de la Liga Nacional por un inigualado período de seis años a principios de los años ’60. Se retiró a los 30 años debido a una artritis en el brazo izquierdo, y consolidó su reputación ante la comunidad judía al declinar lanzar en el juego inaugural de la Serie Mundial de 1965 debido a que era el día de Yom Kippur. Koufax notó a los muchachos detrás de la defensa. “¿Se escaparon de la escuela?” bromeó con ellos. “No deberían escaparse de la escuela”. La pregunta era retórica. Kyle y John no contestaron. Ellos consiguieron su autógrafo. “Gracias Sr. Koufax”, gritaron. Entonces corrieron, en busca de otros jugadores jovenes.. Pero antes que lo hicieran, Steven Leibel se aseguró de que su pieran lo que tenían: “Ustedes consiguieron el autógrafo del siglo”. Bienevenido a la vida de Sandy Koufax, número 32, un héroe escurridizo quién, en la era de las fotos selfies y el twitter, ha construido una rara zona de privacidad para sí. Cuando él está al alcance del ojo público, su firma está en demanda. La próxima temporada, sin embargo, cuando se cumplan 50 años del juego más famoso que un pitcher de Grandes Ligas no lanzó, Koufax se encontrará en medio de una luz pública más brillante. El sujeto de incontables sermones, columnas de periódicos y discursos de bar mitzvah de los últimos 49 años, ese juego, esa decisión, ese momento que sirvió como piedra angular de una emergente confianza judía en este país, será recordado otra vez en la comunidad judía, y quizás más allá. Esta temporada, los Dodgers abren contra los Cascabeles de Arizona el 22 y 23 de marzo en Australia, será la última de Koufax antes que el judaísmo norteamericano reviva esa Serie Mundial, antes que comience la conmemoración de 2015, antes de la avalancha de ensayos históricos y solicitudes de sus pensamientos. Será difícil que conteste muchas preguntas o haga muchas apariciones personales. Koufax evita notoriamente hacer de sí una celebridad, una característica que ha contribuido a incrementar su mística. Raramente concede entrevistas. Pero por razones que no reveló, aceptó ser entrevistado por The Jewish Week aquella mañana en el entrenamiento primaveral, dos días antes que fue golpeado en la cabeza por un pelotazo en foul durante la práctica de bateo del equipo. (Él estaba aturdido, recibió tratamiento del masajista de los Dodgers, y estuvo bien el día siguiente). Fue una semana soleada e inusualmente cálida en este suburbio de Phoenix. Enfundado en una camisa de golf, pantalones cortos cargo y zapatos de correr, Koufax se sentó en una mesa pequeña playera fuera de las oficinas de los Dodgers, a la sombra de un paraguas, anteojos de sol en sus ojos. Todavía está en forma, su apretón de manos es fuerte; parece por lo menos 10 años más joven de lo que es. Koufax habló por alrededor de media hora, en respuestas cortas, como es su estilo, episodios de su carrera pero nada de su vida íntima. Fue educado, cortés; pero al estar sujeto a una entrevista estaba claramente afectado, parecía como debió lucir un bateador en el plato, al enfrentar la recta de Koufax. La autoreflexión pública no es su zona de confort. Luego de la introducción, la conversación se enfocó rápidamente hacia el Yom Kippur de 1965, el cual coincidió con la Serie Mundial entre los Dodgers y los Gemelos de Minnesota; este es el punto que más interesa a los aficionados judíos. Koufax casi no escribió nada de esto en su autobiografía de 1966, dedicó dos párrafos al histórico juego. “Yo había lanzado y perdido el segundo juego debido a la coincidencia del juego inaugural con el Yom Kippur”, escribió, en retrospectiva a su apertura del segundo juego. “Nunca hubo ninguna decisión que tomar… porque no había ninguna posibilidad de que yo lanzara. Yom Kippur es el día más sagrado de la religión judía. El equipo sabe que no trabajo ese día”. Un lector no se entera mediante la autobiografía como Koufax pasó ese día (reportado en su habitación del lujoso hotel St. Paul a pocas cuadras de los bancos del Mississippi), si rezó, si ayunó, si siguió el juego por TV o radio, si miró por la ventana hacia el centro de St. Paul o hacia los remeros del Minnesota Boat Club, el cual tiene su sede en una pequeña isla frente al hotel. “No van a saber de eso ahora”, le dijo Koufax a The Jewish Week. Lo que él hizo ese día de 1965 fue privado; nunca habla en público de eso. Tomarse el día en Yom Kippur no era una gran cosa, dijo él. “Era algo que siempre hice”. En 11 temporadas previas con los Dodgers, en Brooklyn y en Los Angeles, él se había tomado el día en Yom Kippur, lo cual había ocurrido durante la temporada regular, dijo él. Él había ajustado su calendario de pitcheo cada año de manera de recuperar la apertura perdida, mientras pasaba el día feriado con sus padres. El Yom Kippur de 1965 tuvo más notoriedad, dijo Koufax, solo por la confluencia con la Serie Mundial. ¿Por qué no lanzó ese juego? “Por respeto” ¿Tan simple como eso? “Tan simple como eso”, dijo Koufax. ¿Estaba tratando de hacer una declaración sobre el orgullo judío? “Absolutamente, no”. ¿Alguien, los dueños, la gerencia, compañeros de equipo, lo presionó para que iniciara la Serie, la asignación más prestigiosa para un pitcher? Él ladeó la cabeza. “No hubo presión”. ¿Fue un riesgo, pudo haber puesto en peligro su permanencia con el equipo? “No”. ¿Los otros Dodgers le preguntaron el día siguiente que había hecho en Yom Kippur? ¿Le preguntaron algo del día feriado? “Sin discusión”. Ellos estaban acostumbrados a su ausencia de ese día, entonces, de vuelta al trabajo. ¿Tenía él alguna idea de que ese día de descanso, un mes después de haber lanzado su cuarto y último juego sin hits ni carreras, esta vez un juego perfecto, le convertiría en un ícono? Él ladeó la cabeza. “No”. ¿Cuándo empezó a reconocer que para muchos aficionados judíos, el era más famoso por el juego que no lanzó que por los cientos que si pitcheó? El murmullo empezó, un poco, el año próximo, sería todo un suceso. “Han pasado 49 años desde entonces”, dijo Koufax. ¿Le sorprende el alboroto en curso? “Sí”. “Yo no fui el primero”, la primera estrella judía en abstenerse de jugar en Yom Kippur, dijo él, tratando de desviar el enfoque hacia él. “Hank Greenberg lo había hecho”. Greenberg es el primera base inquilino del Salón de la Fama de los Tigres de Detroit; su decisión de no jugar en Yom Kippur ocurrió en 1934, durante el final de la exitosa carrera de los Tigres por el campeonato de la Liga Americana. Koufax contestó varias preguntas, dejó de contestar otras, luego se levantó y caminó hacia el edificio de oficinas de los Dodgers ‘En el éter judío’ Él pasó unas pocas horas atendiendo sus deberes oficiales, trabajó con los pitchers de los Dodgers como instructor de medio tiempo, su título oficial es Asesor Especial del director de los Dodgers Mark Walter, mientras firmaba autógrafos a los aficionados que llevaron pelotas, o programas, o barajitas viejas para conseguir la rúbrica del zurdo más famoso en la historia judía-norteamericana. La mayoría de las personas que caminaba frente a las barricadas, empleados de los Dodgers y miembros de los medios de comunicación, llevaban tarjetas de identificación colgadas al pecho. Koufax no. “Él no necesita identificación”, dijo Steven Brener, el encargado de relaciones públicas de los Dodgers por mucho tiempo. Unos centenares de aficionados, de todas las edades, géneros y procedencias étnicas, se congregaron alrededor de un pequeño campo engramado en el sitio del entrenamiento primaveral, parece una modesta comunidad universitaria, con edificios bajos dispersos entre los campos verdes, esa mañana pocas horas antes que Koufax llegara. “Todos ellos están aquí por él”, dijo Brener. En una era de atletas sobreestimados y sobrecomercializados, Koufax es una reliquia. Casi cinco décadas después que él dejara de lanzar, su estrella sigue brillando, su reputación como superestrella y como ser humano sigue intacta. “Olviden al otro tipo”, dijo el manager legendario Casey Stengel una vez de Walter Johnson, un pitcher de principios del siglo XX quién aún permanece segundo en victorias de por vida en las Grandes Ligas. Stengel había bateado ante Johnson. “El muchacho judío es probablemente el mejor de todos”, dijo Stengel. Hoy, la barajita de beisbol de Koufax es una pieza obligada en la colección de Grandes Ligas judíos (jewismajorleaguers,com), una pelota firmada por él ocupa un espacio de honor en el Philadelphia’s National Museum of American Jewish History, su fotografía comparte un lugar con la gimnasta olímpica de 2012 Aly Reisman en la portada actualizada de “Jewish Sports Stars: Athletic Heroes past and present” (Kar-Ben Publishing). Él fue la escogencia simbólica final en la única temporada de la ahora difunta Israel Baseball League en 2011, tomado por los Modi’in Miracles. Todo debido a un juego en el cual dejo de jugar. La decisión de Koufax de respetar Yom Kippur en 1965 en principio no llamó la atención de los medios. The New York Times y New York Post reportaron normalmente que perdería la salida porque ese día era “el más sagrado del calendario judío”. The Daily News estaba en huelga esa semana. El predecesor de este periódico, el Jewish Week & American Examiner, no mencionó el juego. Pero mediante las conversaciones de los círculos judíos, cada quién sabía. Con el tiempo, ese juego ganó proporciones míticas. “Hay tres cosas que cualquier muchacho judío que se respete debe querer ser cuando crezca: doctor, abogado, o Sandy Koufax”, escribió el escritor independiente Alan Seigel en 2010. “Una generación de judíos jóvenes lo consideró ‘el judío más grande de Norteamérica”, le cuenta el historiador de Brandeis University, Jonathan Sarna a The Jewish Week. “En una época cuando muchos judíos pensaban que era mejor mantener su judaísmo a un lado, la acción de Koufax, les dio a algunos judíos el coraje para mostrar su judaísmo de otras formas, usando símbolos judíos, manifestando por los judíos soviéticos”. La apertura diferida de la Serie Mundial “estaba en el éter judío después de 1965”, dice Steven Schnur, un autor de Scarsdale e instructor universitario cuyo libro de 1997 sobre un niño de quinto grado quién esta supuesto a pitchear un importante juego para su equipo la primera noche del éxodo, es titulado “The Koufax Dilemma” (William Morrow). Koufax, dice Schnur, “era el símbolo universal de un judío quién tomo una decisión que nosotros como comunidad admiramos”. “Eso no tiene nada que ver con un estilo de vida ortodoxo”, o con un compromiso de práctica de halacha, dice Schnur, quien se identifica como un judío de reforma comprometido. Koufax, quién creció en la sección Bensonhurst de Brooklyn, fue (y sigue siendo, como es conocido) devotamente secular, con poca educación formal judía y (de acuerdo a todas las fuentes) sin bar mitzvah. Se casó dos veces y se divorció dos veces, no tiene hijos. “Un judío secular, no precticante”, es la descripción de Jane Leavy en “Sandy Koufax: A Lefty’s Legacy” (Harper Perennial, 2002). Un judío secular quién se convirtió en un símbolo para toda la comunidad judía, Koufax realizó un acto de respeto por la tradición judío que trascendió hasta los círculos ortodoxos. “Aquella noche de Kol Nidrei la conversación de nosotros que eramos unos muchachos que merodeábamos la antesala de shul, no trataba de Teshuva (arrepentimiento), sino de Koufax”, escribió el año pasado en la pagina web aish.com el Rabí Ron Yitzchok Eisenman, un líder espiritual haredi quién creció en Brooklyn y ahora vive en Passaic, N.J. Ese juego de Yom Kippur llegó solo dos décadas después del final de la segunda guerra mundial y el holocausto, dos años antes del triunfo israelí en la guerra de los seis días, lo cual le dio a los judíos estadounidenses un espaldarazo en su orgullo. “Cuando Sandy Koufax declaró que no lanzaría en Yom Kippur, muchos judíos de Estados Unidos se sintieron un poco más altos y tuvieron un mejor sentido de autoestima y orgullo judío. Eso fue tan verdadero en la comunidad ortodoxa como en la comunidad judía general”, dice el Rabí Berel Wein, un ortodoxo estudiado e historiador quién ahora vive en Jerusalen. “Su rechazo a lanzar en Yom Kippur influenció a esa generación de judíos estadounidenses para ser más asertivos públicamente y menos avergonzados de su judaísmo. La decisión de Koufax de hacer su demostración judía en un entorno tan público para la escena estadounidense como la Serie Mundial le confirió una nueva confianza a esa generación de judíos estadounidenses”. Una nueva expresión ingresó al léxico estadounidense, to “pull a Koufax”; i.e., hacer lo correcto cuando se enfrenta una incertidumbre moral. O, en un contexto específico judío, priorizar al judaísmo. Koufax “siempre puso al equipo antes que él, fue modesto ante la fama y Dios, y ante la Serie Mundial”, declaró Sports Illustrated en 1999 al nombrarlo número uno en la lista de la revista de “Los Atletas favoritos del siglo”. Para muchos estadounidenses, la decisión de Koufax de faltar a un juego de Serie Mundial trascendió la decisión similar de Greenberg. “Lo que hace el episodio de Koufax tan significativo”, dice Jeffrey Gurock, profesor de historia judía estadounidense en Yeshiva University, “es la reacción del mundo del beisbol, el mundo cristiano, a esa decisión”. El anuncio de Koufax de que no lanzaría en Yom Kippur “fue recibido con amplia comprensión y tolerancia y constituyó una reflexión de los nuevos niveles de aceptación que los judíos estaban empezando a sentir en los años ‘60”, dice Gurock. “Esto simbolizó la aceptación de la fé de nuestra minoría en un mundo donde el pluralismo aumentaba”. Koufax contribuyó a definir un nuevo tipo de judío y un nuevo tipo de atleta, escribe David Kaufman en “Jewhooing the Sixties: American Celebrity and Jewish Identity- Sandy Koufax, Lenny Bruce, Bob Dylan and Barbra Streissand” (Brandeis University Press, 2012). Kaufman, un profesor asociado de religión en Hofstra University, define Jewhooing: como “Jewish celebrity consciusness” (“Conciencia de la celebridad judía”). Su libro estudia cuatro prominentes, celebridades judías quienes representaron un cambio generacional en la imagen judía. “Koufax personificaba la calidad de la inteligencia judía, era un caballero y un universitario, un título más valorado en el beisbol que en otros deportes”, escribe Kaufman. “Koufax se había convertido en el último símbolo de éxito judío estadounidense, demostrando contundentemente que los judíos podían triunfar en un mundo no judío mientras mantenían lo mejor de sí como judíos: integración sin asimilación, estadounidismo sin antisemitismo”. “Para la mayoría de las personas, él es un super judío… un muchacho judío agradable”, en contraste a la persona distanciada y profana que es el cómico Lenny Bruce”, dice Kaufman en una entrevista por correo electrónico. “Todo es mucho más complicado de lo que admitimos usualmente”. “¿Era la simple noción de que aceptábamos que nuestra tradición fuese respetada por el pasatiempo nacional, o era también algún indicio de nuestra culpa y autocrítica por no construir una comunidad cultural judío estadounidense que hiciera tal autosacrificio autoevidente? “Pienso que la típica adoración masculina por Koufax… es un poco triste y hasta patética, porque funciona como compensación a los sentimientos de falta de coraje y virilidad muy característicos de los hombres judío estadounidenses”, le dijo Kaufman a The Jewish Week, Ejemplo De acuerdo a Sports Illustrated, Koufax le dijo una vez al Rabí Hillel Silverman, un líder espiritual veterano quién ha servido congregaciones en California y Connecticut, “Soy judío. Soy un ejemplo. Quiero que ellos (los judíos) entiendan que tienen que tener orgullo”. Los aficionados judíos a menudo le dicen, “Gracias por no pitchear”, dice Koufax. Él dice que habló de su decisión de 1965 con Shawn Green, un pelotero judío de Grandes Ligas desde 1993 hasta 2007 (jugó con los Dodgers y los Mets), quién enfrentó dos veces su propio dilema de Yom Kippur, “No le dije qué hacer”. Un número creciente de atletas judíos en las Grandes Ligas, la NFL y el futbol americano universitario enfrenta la misma decisión sobre jugar o rezar. Casi todos optan por jugar, alegando sus responsabilidades con sus compañeros. ¿Piensa Koufax que ellos tomaron la decisión equivocada? “No juzgo a nadie”, dice él. El día posterior a Yom Kippur en 1965, Koufax fue visitado en su hotel de St. Paul por el Rabí Moshe Feller, un líder Chabad-Lubavitch. El recepcionista “probablemente pensó que yo era el rabí de Koufax”, dijo el Rabí Feller de su acceso hasta la estrella. El rabí fue con una prenda de tefillin. Koufax aceptó el regalo. El rabí Feller no reportó si Koufax se puso el tefillin ese día. Tampoco Koufax. “Ël me dio el tefillin”, dice él. Luego de retirarse, Koufax, quien ha vivido en California y Maine, ahora reside en Vero Beach, Fla., se ha dedicado a la pesca, el golf y correr maratones. Él ha trabajado parcialmente, como coach de pitcheo de ligas menores, como comentarista de la NBC y como instructor de los Mets de Nueva York, cuyo dueño es Fred Wilpon, un compañero de la secundaria. Él no regresó a la University of Cincinnati, la cual abandonó cuando firmó con los Dodgers; no estudió arquitectura, su carrera universitaria. ¿Cómo pasa su tiempo ahora? “Me mantengo ocupado”. Usualmente, se mantiene fuera de la luz pública. Muchas personas que oyeron de esta historia, preguntaron, “Él todavía está vivo?” “Koufax no quería envejecer siendo Sandy Koufax”, ser famoso por ser famoso, escribió Jane Leavy en su biografía. “Esta no es una biografía autorizada”, dijo Leavy una vez de su libro, el cual es reconocido como el libro definitivo sobre Koufax. “Se puede decir que es más tolerado a duras penas. Koufax me dejó claro desde el comienzo que no tenía interés en participar en este proyecto, financiera o editorialmente”. Koufax tampoco se opuso activamente al libro, dijo ella en una ronda de preguntas cercana al final de la biografía. “Si iba a ser hecho, él quería que se hiciera bien. Por lo tanto, él me dio acceso a sus amigos, un renglón poco pequeño, y estuvo de acuerdo en verificar asuntos de historia personal”. “El rechazo de Koufax a hablar de sí se extendía hasta su familia”, escribe Edward Gruver en “Koufax” (Taylor Publishing Company, 2000). “Cuando su autobiografía fue publicada en 1966, su madre la leyó para ver si podía saber más de su famoso hijo. ‘Nunca me dices nada’, le dijo ella”. “Koufax podría ser”, opinó la página web the Bleacher Report en 2010, “el ermitaño más famoso que sobrevive en la vida ‘pública’ estadounidense…después de la muerte de J.D. Salinger a principios de esta semana”. Sus ocasionales apariciones públicas, lanzar el primer anvío en el juego inaugural de los Dodgers en 2008, asistir a una recepción en la Casa Blanca en honor al mes de la herencia judía estadounidense en 2010, son noticias de primera plana. “Aquí está una sorpresa de Sandy Koufax: Él pasará una noche bajo los reflectores”, publicó Los Angeles Times en 2010 cuando Koufax aceptó aparecer en una cena de recaudación de fondos por la salud del manager Joe Torre en Home Foundation, la cual combate el abuso doméstico. “No soy un solitario. No soy un ermitaño”, dice Koufax en su entrevista con The Jewish Week. “Voy al cine. Voy a restaurantes”. Los buscadores de autógrafos a menudo son recompensados. Tradición familiar. Robert Trujillo, 72 años, quién creciera en Nuevo México escuchando los juegos de los Dodgers por radio, dice que manejó desde su hogar actual en Southern California al sitio del campo de entrenamiento en Glendale para obtener un par de autógrafos de Koufax para sus nietos. Él logró su meta ese día. Steven Leibel, 51, quien vino desde Long Island, dice que su padre, un furibundo fanático de los Dodgers, le contó historias de Sandy Koufax cuando era niño. La que más oyó fue la del Yom Kippur de 1965. “Esa era su historia favorita. La contaba siempre”. La decisión de Koufax ese año “dijo que la religión judía es más importante que el beisbol”. Ahora es la historia principal de Leibel. “Mi esposa es de Israel. Ella no sabe nada de beisbol, pero le gusta escuchar esta historia”. Leibel dice que sus hijos son muy jóvenes par apreciar el impacto de Koufax. Ellos oirán más a medida que crezcan, como lo hizo Kyle el otro día aquí, cuando consiguió el autógrafo de Koufax. Las historias de Koufax, el cuento de la Serie Mundial de 1965, no terminarán con sus hijos, dice Leibel. Él espera que ellos mantengan la tradición familiar. “Espero que ellos continúen y le cuenten esa historia a sus hijos”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario